En líneas generales, un Expediente de Regulación Temporal de Empleo es una medida adoptada por la empresa para suspender la relación laboral (contrato) con una parte de su plantilla.
Es una especie de despido temporal o parcial, puesto que el contrato se queda en suspenso durante el periodo que determina la empresa y se reanuda en iguales condiciones y derechos cuando finaliza este lapso de tiempo.
Un ERTE puede implicar una suspensión de empleo o una reducción de la jornada en determinado porcentaje.
En todo caso, un ERTE únicamente se puede activar por unas causas muy concretas determinadas por el Estatuto de los Trabajadores, que pueden ser de tipo económico, técnicas, organizativas o de producción, que la empresa debe acreditar y detallar exhaustivamente. O por Real Decreto emitido por el Gobierno, en casos de fuerza mayor muy específicos.
La ley determina igualmente debe haber un número mínimo de empleados afectados para que la empresa pueda recurrir a esta medida, en función del volumen de plantilla con que cuente.
Durante el periodo en que dure el ERTE, tanto en caso de suspensión de contrato como en el supuesto de reducción de jornada, el salario de los trabajadores afectados se ve reducido en igual proporción.
Éstos pueden solicitar la prestación del desempleo que como máximo será del 70% de la base reguladora durante los primeros seis meses y del 50% a partir de ese momento.
Este mecanismo de suspensión contractual conlleva un procedimiento con trámites y plazos concretos que la empresa debe respetar y transmitir a los trabajadores afectados, así como a sus representantes legales para que surta los efectos deseados.
Consulta tu situación concreta en cuanto a la modalidad de suspensión temporal ante la que te encuentres, para analizar con precisión qué efectos te puede conllevar, qué merma de salarios puedes tener o la posibilidad de acceder a la prestación contributiva en la cuantía correspondiente.